Imaginación Radical

Imaginación Radical
- Mirada aérea de la finca en Vista Flores, Tunuyán, Valle de Uco.
- Variedad de ánforas, bodega Stella Crinita.
- Joanna cosechando uvas del parral tradicional de Stella Crinita.
- Fiesta de la vendimia entre risas, música y alegría por hacer lo que amamos.Azucena, Joanna y Cintia agradeciendo la abundancia de la cosecha. sta de la vendimia entre risas, música y alegría por hacer lo que amamos.
- Azucena, Joanna y Cintia agradeciendo la abundancia de la cosecha.
- Diego y Leo vendimiando con mucha pasión desde hace varios años con nosotros.
- Joanna y Suelem transmitiendo la pasión por los vinos naturales en ferias organizadas con productores amigos.
- Diseñando el apiario en Stella Crinita, sembrando campo de flores.
- Molienda y pisada de uvas tintas con amigos y familia.
- Mavi es una tejedora artesanal que trabaja con la lana de nuestras ovejas. Ella conoce las técnicas ancestrales de hilado con rueca, tejido en telar huarpe y fieltro con agua. Además, usan diferentes plantas para el teñido natural de las prendas y accesorios textiles que confeccionan.
- Azucena y Joanna revisando las colmenas en el apiario de Stella Crinita.
- Joanna en vendimia, Bodega Stella Crinita.
Hacer vino es un hermoso privilegio con el que he coincidido en mi camino de vida. Lo veo casi como un portal a través del cual puedo conectar y observar procesos vivos. También sirve como una plataforma con la cual uno puede abrir nuevos pero también antiguos diálogos sobre cómo podemos conectar con nuestros alimentos, ecosistemas, comunidad y hasta con el Cosmos.
Las palabras de Brian Swimme y Thomas Berry en The Universe Story nos cuentan que “Para contar la historia completa de una sola partícula, debemos contar la historia del universo, ya que cada partícula está de alguna manera íntimamente presente en cada otra partícula en el universo”. Debemos reconocer la sensibilidad en nosotros al escuchar los árboles, ríos, plantas, animales, hongos y todas las culturas microbianas. Todo se reduce a la interconexión de la naturaleza. Tenemos la responsabilidad de reconectar con ella para poder enseñar a nuestros hijos e hijas a reconocer que somos parte de ella y ella de nosotros infinitamente.
Transformaciones
Desde Stella Crinita, buscamos hacer el vino más honesto posible. Uvas + tiempo + conocimiento. Nada más. Utilizamos uvas orgánicas y biodinámicas en su mayoría de nuestro viñedo en Mendoza. El vino se elabora sin agregar ni quitar nada. Fermenta espontáneamente con sus propias levaduras autóctonas, no practicamos el sulfitado ni la clarificación y filtración de nuestros vinos. Fermentamos y guardamos en madera, acero, hormigón y una variedad de ánforas de arcilla de España, Italia y Georgia. No agregamos sulfitos porque hasta ahora no hemos necesitado hacerlo. Nuestro vino está lleno de vida, es vibrante y una verdadera expresión de donde fue cultivado. Al hacer vino de esta manera, aprendemos que “menos es más”. Una intervención mínima en el viñedo sin el uso de agroquímicos dañinos significa que las levaduras y bacterias necesarias para la vinificación natural pueden prosperar. Es un proceso mágico y cuando está guiado por una mano sabia y gentil, con uvas naturales y saludables, estos microorganismos poderosos y diminutos que se originaron en el ecosistema nos brindan la metamorfosis que es la fermentación de las uvas en vino.
Hace más de 30 años, después de un viaje cuando tenía 22 años, tuve un momento muy inspirador después de leer Small is Beautiful, de E. F. Schumacher. Un libro que comunica una poderosa perspectiva sobre cómo la industrialización y la búsqueda de ganancias económicas corporativas estaban haciendo que las personas se desvincularan de la Tierra, de sus tecnologías a escala humana y de las economías sostenibles locales, lo que resultaba en la pérdida del patrimonio cultural, la salud ambiental y el bienestar general. Esto me llevó a estudiar Geografía del Sur de Asia, buscando conectar con mi propia descendencia india. Me enfoqué específicamente en lo que se llamaba “Desarrollo”, una visión bastante colonial (de la cual no era consciente en ese momento) de cómo mejorar la calidad de vida para y con las comunidades. Aprendí sobre las consecuencias de la Revolución Verde. Me apasioné por la Silvicultura Social y a su vez estaba preocupada por la situación de las comunidades que dependen de los bosques. Esto fue seguido por una Maestría en Planificación y Gestión Ambiental Sostenible y, no mucho tiempo después, mi camino me llevó a Sudamérica.
Encontré trabajo en una organización donde pude aprender trabajando con comunidades de pueblos originarios y sobre todo con la problemática de la exclusión social tanto rural como urbana, llevándome a frecuentar el Foro Social Mundial. Realmente sentí el poder de un movimiento cuya frase era “Otro Mundo es Posible”. Tomé una posición, marché y actué con la creencia de que podemos cambiar a un nuevo paradigma socio ambiental a escala global. Durante gran parte de mi vida pensé que habría una gran revolución y que yo sería parte de ella.
Me llevó muchos años darme cuenta de que para que ocurriera esta transformación, tenía que suceder a nivel local y personal. Son las pequeñas y más valiosas cosas las que importan, nuestra familia, comunidad y naturaleza. La Tierra es esencial para todos los seres vivos porque nos nutre tanto a nivel físico como espiritual. Elegí volver a centrarme en lo que podía hacer, por más pequeño que fuera. Enfocándome en el trabajo con mi familia, mi comunidad y nuestra tierra en Mendoza. Creyendo que nuestras contribuciones personales, por pequeñas que sean, pueden afectar el cambio hacia un Buen Vivir.
Tejiendo la red de la vida: simbiosis y la conexión de todos los seres vivos
¿Qué podemos aprender de los procesos naturales? La lista es interminable. La descomposición, regeneración, reciclaje, sinergia, simbiosis, equilibrio, los ciclos y el tiempo, para mencionar algunos. En esencia, es un círculo completo que nos retorna a lo básico, a la simplicidad del ser. Lo que podemos aprender es que las relaciones son, en la mayoría de los casos, complejas. Quizás, nunca podremos “entenderlas” verdaderamente, pero debemos observar, acompañar y, en última instancia, confiar en ellas. Giuliana Furci de la Fundación Fungi afirma que apenas conocemos un 5% de la inmensa diversidad que es el Reino Fungi. Sabemos que hay hongos medicinales y otros alimenticios. Además, algunas variedades pueden descomponer ciertos plásticos y petróleo. El micelio, la red de filamientos o hifas que prodría ser entendido como "la raíz" de los hongos, también puede ser cultivado y utilizado para la producción de textiles. También sabemos que son conectores fundamentales que reciclan nutrientes y facilitan la comunicación con otros organismos. Todavía nos falta mucho por aprender sobre su potencial y, si no cuidamos nuestros ecosistemas, lamentablemente no vamos a tener la oportunidad.
En los últimos años, he estado reflexionando y practicando las ideas de agricultura natural que enfatizó el filósofo y agricultor japonés Masanobu Fukuoka. Su trabajo se basa en el reconocimiento de la complejidad de los organismos vivos que dan forma a nuestro entorno y la importancia de trabajar con esos sistemas vivos naturales en sincronía con la agricultura.
Nuestra huerta en la finca, inspirada en esta filosofía, ha sido una maravillosa fuente de aprendizaje. Había estado mapeando la flora con Melanie Roy, amiga, botánica e investigadora ecológica. Identificamos las variedades comestibles: apio, espárragos, llantenes, dientes de león, mostaza, rúcula silvestre, flores, semillas, bayas. Recolectar era nuevo para mí y hubo un antes y un después: de repente, podía ver que el alimento abundaba por todas partes.
Siguiendo la filosofía de Fukuoka, con la ayuda de Azucena del Valle, nuestra apicultora y horticultora, decidimos dejar crecer la vegetación espontánea alrededor de las verduras, hierbas y árboles frutales que habíamos sembrado y plantado intencionalmente. Aunque inicialmente habíamos preparado los lechos de verduras con compost nutritivo y capas de material seco y fresco, nuestra intención era minimizar nuestro laboreo a partir de ahí. El objetivo inicial era no solo cosechar lo que habíamos cultivado, sino también poder recolectar hojas, hierbas, flores y semillas silvestres comestibles. Los resultados fueron increíbles. Estábamos cultivando un bosque de alimentos que producía espontáneamente alimentos para insectos, polinizadores, fauna visitante y, por supuesto, para nosotros.
La construcción del suelo permitía que los hongos y otros microbios ayudaran a reciclar nutrientes. La huerta de repente se llenó de vida. Aparecieron variedades de insectos que no solíamos ver y que ahora devoraban felizmente el crecimiento espontáneo. Crecían abundantes tréboles, leguminosas, dientes de león, llantenes, apio, mostaza y borraja, santa verónica, alfalfa, vicia, centeno.
Cuando ayudás a facilitar el entorno adecuado, podés capturar semillas que logran germinar que podrían haber estado “dormidas”. Tal vez viajaron con un pájaro o insecto o a través del viento, pero sin las condiciones adecuadas, no podemos ayudar a iniciar su ciclo de vida. Quizás el elemento más asombroso que observamos fue la salud de los alimentos que habíamos cultivado. Casi no había daño por insectos u hongos, tenían suficiente alimento para mantenerlos ocupados. La vegetación espontánea refleja la historia agrícola de la tierra y también su larga identidad hortícola. Muchas de estas plantas en realidad no son nativas. Más bien, son “exóticas” y fueron introducidas no hace mucho por la mano humana, pero en la actualidad se han adaptado, siendo beneficiosas para nuestro ecosistema.
La alegría que nos dio ver la diversidad y abundancia. Hicimos hincapié en tomarnos el tiempo para dar sentido a nuestra experiencia y así poder continuar el trabajo con nuestro bosque de alimentos. La naturaleza nos enseña a ser humildes, a observar y estar en una dinámica constante de cambio en nuestra relación con ella, casi como un baile. No tenemos que subordinarla y dominarla. Ella está ahí para nosotros: debemos estar dispuestos a estar también para ella, permitiéndole tener las condiciones para prosperar en simbiosis. Hoy estamos aprendiendo ese baile, mediante la observación y la reflexión continua.
La importancia de la biodiversidad
La biodiversidad es lo que construye la resiliencia y es un aspecto clave de los ecosistemas de nuestro planeta. La necesitamos, es nuestro sistema inmunológico. A partir de la falta de biodiversidad en nuestros suelos debido a la agricultura extractivista, nuestra comida se ve seriamente reducida en valor nutricional. Ya no nos sustenta como solía hacerlo.
Los suelos agrícolas “convencionales” no pueden sostener sus ecosistemas circundantes y no son regenerativos, ya que carecen de la complejidad necesaria para que las formas de vida puedan componer estos agroecosistemas. Nuestro intestino es un espejo del mismo escenario. Al reducir la complejidad y el contenido vivo de lo que consumimos, no podemos mantener el complejo “ecosistema” en nuestro microbioma intestinal.
Muchas personas no se dan cuenta de la medida en que la dieta afecta nuestro sistema inmunológico. El Dr. David Heber, de la UCLA, ha enfatizado que el 70% de nuestro sistema inmunológico se encuentra en el intestino. La nutrición es un modulador clave de la función inmunológica. Un libro fantástico sobre el tema, The Hidden Half of Nature: The Microbial Roots of Life and Health, de Montgomery y Biklé, es un relato personal de cómo descubrieron sorprendentes paralelismos entre la vida en el suelo y nuestros propios cuerpos en relación a la regeneración del suelo muerto en su jardín. El proceso lo vivieron mientras enfrentaban un grave problema de salud (cáncer). En su análisis, demuestran por qué cultivar microbiomas beneficiosos es fundamental para transformar tanto la agricultura como la medicina. En su siguiente libro, What Your Food Ate: How to Heal Our Land and Reclaim Our Health, proponen un argumento científico para afirmar que las prácticas agrícolas regenerativas son la clave para curar suelos enfermos y un potencial (aún no desarrollado) para mejorar la salud humana. Al promover la biodiversidad en nuestro entorno externo, también mejoramos la biodiversidad dentro de nuestro intestino. El consumo de alimentos frescos y con densidad nutricional afecta directamente nuestro microbioma intestinal y, por lo tanto, nuestra salud, estableciendo un ciclo de retroalimentación positivo.
Esta conexión entre la salud humana, los alimentos y la biodiversidad en nuestro entorno externo y nuestro intestino me llevó al mundo de la fermentación. Después de años de vivir con un síndrome autoinmunitario, mi médico me guio hacia un alimento de origen silvestre diario, con un foco sobre el consumo de alimentos y bebidas fermentadas. La experiencia me permitió establecer un equilibrio en mi sistema inmunológico. El dolor que padecía disminuyó lentamente y el síndrome quedó en remisión. Quedé tan conmovida por esta experiencia que comencé un emprendimiento de fermentación llamado AwA-VivA con Martín Russo, chef, cervecero y especialista en fermentación. Micaela Kuri completa nuestro equipo, aportando su experiencia desde la enología, la agroecología, y la alquimia. Hacemos kombuchas agroecológicas con productos locales y hierbas medicinales autóctonas, tanto cultivadas como recolectadas.
La biodiversidad abarca una amplia gama de distintos organismos vivos, desde microorganismos diminutos hasta macroorganismos más grandes. La interacción de estas formas de vida es lo que juega un papel significativo en el mantenimiento del equilibrio ecológico. Los microorganismos y macroorganismos son componentes esenciales de los ecosistemas biodiversos, contribuyendo a su vitalidad y complejidad. Participan en interacciones complejas, desde el ciclo de nutrientes hasta relaciones simbióticas, resaltando la interconexión de la vida dentro de estos ecosistemas. Los microorganismos, incluidas las bacterias, los hongos, los protistas y los virus, son diversos y existen en varios hábitats terrestres. Además, descomponen la materia orgánica, proporcionando nutrientes esenciales para otros organismos. También fijan nitrógeno atmosférico para las plantas, fomentando el crecimiento vegetal. Las relaciones simbióticas, como los hongos micorrícicos con las raíces de las plantas, mejoran la resistencia y la productividad del ecosistema. Reconocer esta interdependencia es crucial para preservar la biodiversidad y la salud del ecosistema. Estas interacciones pueden ser mutualistas, como se ve en la relación entre polinizadores como las abejas y las plantas con flores, y tienen implicaciones de gran alcance. Comprender y preservar estas relaciones es vital para una convivencia sostenible en la Tierra.
Restaurando nuestros conocimientos
En los últimos años, ha habido un creciente interés en el concepto de “rewilding”, que busca restaurar el equilibrio y la biodiversidad en nuestros ecosistemas. El rewilding en el entorno se refiere a la restauración de los ecosistemas a su estado natural mediante la reintroducción de especies nativas, manejando la tierra de una manera más sostenible y también dando lugar a que ocurran los procesos naturales. Este enfoque promueve la recuperación de la biodiversidad y la resiliencia ecológica. En Argentina estamos empezando a ver la recuperación de especies que han estado en peligro de extinción, como el yaguareté. Gran parte de esto se debe al trabajo de la ONG Rewilding Argentina.
Vandana Shiva, la investigadora, académica y activista ambiental de nacionalidad india, a quien he estado siguiendo durante los últimos 30 años, aporta una visión más amplia del rewilding para contemplar. Nos recuerda sobre la mentalidad colonial que busca mantener “a las personas separadas de la tierra, los bosques de las granjas, la semilla de los alimentos, los alimentos de la biodiversidad, la salud y la nutrición para maximizar las ganancias a través del extractivismo”. Además, dice que “la forestería colonial separó los bosques de las granjas y redujo los bosques a minas de madera de monocultivo, sin personas, sin alimentos. Los bosques sagrados desaparecieron. Los bosques comunitarios desaparecieron. La biodiversidad y sus funciones ecológicas desaparecieron”. No puede ser coincidencia que el 22% de la tierra en mano de sus custodios y guardianes originales, comunidades locales e indígenas, protege el 80% de la biodiversidad del planeta.
Shiva nos dice: “Los humanos son parte de la red alimentaria, como custodios de la biodiversidad, como co-creadores con otras especies, como comedores, como cultivadores. La comida nos convierte en miembros de la familia de la tierra, nutridos por microorganismos del suelo, por insectos, por plantas y animales”. La red de la vida es una red de diversidad tejida a través del flujo de la nutrición. El rewilding, entonces, también incluye el rewilding de nuestra comida, nuestras semillas, nuestro suelo, nuestros bosques y nuestros intestinos.
El rewilding de los alimentos, por lo tanto, abarca un enfoque holístico que aborda los aspectos ambientales, culturales y la salud de nuestro sistema alimentario. Busca rectificar las injusticias históricas enfrentadas por los pueblos indígenas y tribales, que poseen un conocimiento invaluable sobre alimentos silvestres y prácticas sostenibles. Al reintroducir a las personas en los bosques y devolver árboles y animales a las granjas, el rewilding fomenta una relación armoniosa entre los humanos y la naturaleza. Promueve el descubrimiento y la regeneración de los alimentos forestales y comestibles silvestres, creando diversas fuentes de alimentos y preservando la integridad de los ecosistemas naturales. También aboga por el trato humano a los animales, trasladándolos de granjas industriales a entornos de pastoreo donde puedan pastar y contribuir a la salud de la tierra. Este enfoque se extiende a nuestro propio bienestar, promoviendo la regeneración de la biodiversidad en nuestro microbioma intestinal, como también a nuestros cuerpos y mentes. El rewilding de los alimentos es un llamado a reconectar con nuestras raíces, abrazar la generosidad de la naturaleza y fomentar un futuro sostenible para todos. Este es el trabajo hacia el que nos esforzamos en nuestra finca.
Agroecología: La regeneración es un proyecto comunitario
“Debemos pensar y responder a la urgencia de una regeneración de la comunidad integral de sistemas de vida en toda la Tierra. La regeneración es un proyecto comunitario” (Thomas Berry, “Alienación”, en The Sacred Universe, 47). La agroecología es un sistema agrícola que abarca todo lo anterior. Es un cambio de paradigma a través del diseño y la gestión de sistemas agroalimentarios que ofrece una solución económicamente viable, socialmente justa y ambientalmente sostenible. Este punto de vista específico es un concepto fundamental detrás del movimiento agroecológico en Argentina. Se basa en la comprensión de que las granjas no son solo lugares para producir alimentos, sino ecosistemas complejos que deben ser nutridos y protegidos. Se caracteriza por una mayor resiliencia socioecológica orientada a fortalecer la calidad de vida para toda la sociedad.
La agricultura agroecológica ofrece formas de producción que no utilizan insumos industriales de productos químicos sintetizados ni organismos modificados genéticamente (OMG). Sus principios consisten en aumentar la diversidad de plantas, fungi, animales y microbios. Regenerar el suelo. Cuidar de los animales garantizándoles pastos abiertos, agua limpia y condiciones saludables. Reciclar, construyendo un sistema resiliente. Un enfoque en la co-creación, las sinergias y los valores humanos y sociales; así como la cultura y las tradiciones alimentarias.
En Argentina, está cobrando impulso un emocionante movimiento hacia una agricultura más saludable que promueve una alimentación más nutritiva de la mano del apoyo comunitario. La agroecología está en crecimiento, tanto que los agricultores y los consumidores reconocen los beneficios de la agricultura sostenible. Un ejemplo es el Movimiento Agroecológico Argentino (MAA), una red de agricultores y organizaciones que trabajan para promover la agroecología en todo el país. Otro es la creación de la Dirección Nacional de Agroecología (DNA), encabezada por Eduardo Cerdá, fundador y referente de la Red Nacional de Municipios y Comunidades que Fomentan la Agroecología.
Las oportunidades productivas son diversas, desde horticultura, producción de granos, miel hasta ganado. El potencial del sector es enorme en manos de familias campesinas y pequeños agricultores. Se estima que en Argentina hay 4.800 establecimientos agrícolas orgánicos y agroecológicos, que abarcan más de cuatro millones de hectáreas.
Hay una necesidad de implementar políticas públicas para un nuevo modelo agrícola. Algunos municipios están destinando tierras periurbanas para la producción agroecológica, ayudando a que los productos sean locales y más accesibles, y al mismo tiempo generando empleo.
Los Derechos de la Naturaleza
Hoy estamos viviendo un momento emocionante en la relación entre la humanidad y la naturaleza desde una perspectiva occidental, ya que estamos siendo testigos del reconocimiento de los Derechos de la Naturaleza.
Los Derechos de la Naturaleza (Rights of Nature en inglés) es una teoría con base legal partidaria de un movimiento que reconoce los derechos inherentes de los ecosistemas y sus componentes, como los ríos, lagos, montañas, bosques y animales que lo conforman. Esta mirada desafía la visión capitalista tradicional de la naturaleza como propiedad que se puede poseer y explotar, y en cambio afirma el valor inherente y la dignidad de todos los seres vivos.
Los defensores de este movimiento argumentan que, al igual que los seres humanos tienen derechos fundamentales, también los deben tener los ecosistemas y las especies. Señalan la interconexión de toda la vida en la Tierra y el hecho de que la supervivencia humana depende de ecosistemas saludables. Estos derechos también se basan en el conocimiento indígena tradicional, que a menudo reconoce los derechos de la naturaleza y la importancia de vivir en armonía con el mundo natural.
Cada vez más se está avanzando en las leyes de los Derechos de la Naturaleza en todo el mundo. En 2008, Ecuador se convirtió en el primer país cuya constitución reconoció el derecho de la naturaleza a existir, persistir y mantener sus ciclos vitales. Otros países y comunidades también se han unido, ayudando a aprobar leyes que reconocen los derechos de ecosistemas o de microclimas específicos, como ríos, glaciares y bosques. En 2020, se presentó una demanda colectiva en Argentina contra los gobiernos de la provincia de Entre Ríos y la municipalidad de Victoria por su presunta falta de protección de los humedales del Delta del Paraná. Los demandantes, dos grupos ambientales y niños de un curso escolar, pidieron a la corte que declarara al Delta del Paraná un “sujeto de derechos” y un ecosistema esencial para la mitigación y adaptación al cambio climático. También solicitaron a la corte que designara a un “guardián” de los derechos del Delta del Paraná. El caso está aún pendiente, pero podría tener implicaciones significativas para el futuro de la protección del medio ambiente en Argentina y en todo el mundo.
Imaginación Radical
Buscando articular el trabajo que vengo haciendo, tuve el impulso de crear un proyecto llamado “Imaginación Radical”. Nace del deseo de recuperar la creatividad en la forma en que construimos nuestras alianzas y poder soñar fuera de lo “fuera de la habitual”. Los Proyectos de Imaginación Radical son iniciativas que buscan nuevas ideas y formas de trabajo colaborativo para fomentar el liderazgo de mujeres que trabajan para proteger la naturaleza y la comunidad.
Reconocemos que hacer vino natural no puede separarse de nuestros complejos sistemas ecológicos ni de nuestras comunidades, que dependen de ellos. El vino, para mí, se puede considerar como una hermosa plataforma desde la cual podemos hablar sobre una agricultura saludable, sistemas alimentarios, sistemas de trabajo y respeto por la diversidad en nuestro planeta y la humanidad. El vino natural no es posible sin practicar la agricultura natural. Como parte de este proyecto, estamos practicando la apicultura natural con Azucena del Valle.
La apicultura convencional utiliza prácticas agrícolas modernas para maximizar la producción de miel. Esto incluye el uso de productos químicos sintéticos para controlar plagas y enfermedades, alimentar a las abejas con jarabe de azúcar que disminuye la fuerza de su sistema inmunológico, y también el movimiento de colmenas a diferentes áreas para encontrar los mejores flujos de néctar. La apicultura natural, en cambio, busca imitar el entorno natural lo más cercanamente posible. Con una intervención mínima, permitiendo que las abejas construyan su propio panal y gestionen sus propias reservas de alimentos, sin utilizar productos químicos sintéticos. Solo recolectamos miel cuando vemos que hay un excedente. Nuestro objetivo es poder trabajar con mujeres locales en esta práctica sostenible que puede proporcionar alimentos, medicinas (la miel tiene propiedades antibacterianas y antioxidantes), ingresos y contribuir a la reproducción y vitalidad de nuestros polinizadores. Un informe de la FAO concluye que “cerca del 75% de los cultivos del mundo que producen frutas y semillas para el consumo humano dependen, al menos en parte, de los polinizadores para la producción sostenida, el rendimiento y la calidad”.
En nuestra práctica, como agricultores y miembros de la comunidad, estamos trabajando hacia una economía circular, que busca reducir los residuos y la contaminación manteniendo los materiales en uso tanto tiempo como sea posible. Asegurándonos de que se devuelvan al medio ambiente de manera segura y beneficiosa. Utilizamos la lana de nuestros animales para textiles, apoyando a artesanos locales. En nuestro pequeño restaurante ofrecemos nuestras fermentaciones, vinos naturales, productos que hemos cultivado y nuestra miel. Con los aceites sobrantes en la cocina, estamos haciendo jabones; con la cera estamos empezando a elaborar cosmética natural. Nuestros esfuerzos son pequeños en escala y estamos aprendiendo constantemente. A medida que continuamos, vamos conociendo a muchas personas maravillosas que también buscan relacionarse con la naturaleza y su entorno de esta manera.
Al abogar por el regreso a una conexión con la naturaleza, que nos permite ir re-aprendiendo conocimientos que la civilización humana pasó milenios entendiendo, empatizo con que no todos tienen acceso a un terreno para plantar o el tiempo para trabajar en un huerto. Pero podemos vivir de manera consciente y responsable. Como consumidores, aún tenemos mucho poder para influir en las formas de producción. Comenzando con nuestra comida. Si tenés el privilegio de elegir lo que comés, entonces comé alimentos que te nutran. Pensá en los agricultores que trabajan desde el compromiso de regenerar el suelo y no solo de agotarlo. Pensá antes de comprar alimentos. ¿De dónde viene? ¿Cómo ha sido cultivado? ¿Me nutrirá a mí, nutrirá al agricultor? En las palabras de Michael Pollan: “Comé con intención”. Comé alimentos. No demasiado. Principalmente plantas. Y agregaría, forrajeá, fermentá y bebé vino natural. 🐟
- Berry, T. (1999). The Great Work: Our Way Into the Future. Harmony/Bell Tower.
- Shiva, V. (2022). Rewilding Food, Rewilding Our Mind & Rewilding the Earth. Pressenza. https://www.pressenza.com/2022/09/rewilding-food-rewilding-our-mind-rewilding-the-earth/
- Furci, G. Fundación Fungi. https://www.ffungi.org/esp/inicio
- Schumacher, E. F. (1975). Small Is Beautiful. Harper & Row.
- Fukuoka, M. (1978). The One-Straw Revolution: An Introduction to Natural Farming.
- Pollan, M. (2008). In Defense of Food: An Eater’s Manifesto.
- More than Human Rights (MOTH) Project. https://mothrights.org/
- Organisation of the United Nations. (2018). Why Bees Matter. Food and Agriculture. https://www.fao.org/3/i9527en/i9527en.pdf
- Steiner, R. (1984). The Philosophy of Freedom.
- Montgomery, R. D., Biklé, A., Archuleta, R., Brow, P. y Jordan, J. (2022). Soil health and nutrient density: preliminary comparison of regenerative and conventional farming. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35127297/
- Producción orgánica y agroecológica: mapa de situación. (2023). Agencia Tierra Viva. https://agenciatierraviva.com.ar/produccion-organica-y-agroecologica-mapa-de-situacion/