Poner la mesa

Poner la mesa
- Familia de piezas color crudo en la mesa de obra de mano.
- Floreros nube.
- Candelabros chicle y prototipos.
- Piezas de la línea de vajilla piedra.
- Desarrollo de piezas; medidas y cantidad de material.
- Luego de diseñar la pieza le sacan un molde de yeso para poder reproducirla mediante coladas de barbotina –arcilla en estado líquido–.
La historia de la cerámica y sus inicios está vinculada a la necesidad de crear recipientes para almacenar el excedente de las cosechas. Significó toda una transformación para la vida cotidiana al poder fabricar objetos para transportar y contener líquidos y alimentos. Desde sus orígenes nos vincula con la historia del ser humano y sus formas de alimentación.
Somos Andrea y Jazmín de Obra de Mano. Ambas somos arquitectas y encontramos en la cerámica una forma de llevar a cabo diseños y proyectos en un plazo más corto del que acostumbramos con la arquitectura. La cerámica también nos da la oportunidad de realizar todo el proceso, desde el diseño hasta su realización, de manera independiente. Si bien ambas nos formamos con distintos ceramistas, nuestro acercamiento al material siempre fue a prueba y error.

La arcilla es una roca sedimentaria descompuesta que presenta diversas coloraciones según las impurezas que contiene: desde el rojo anaranjado hasta el blanco en su estado más puro. En un principio, se modelaba a mano y se dejaba secar al sol en los países cálidos y cerca de los fuegos en las zonas frías. Algunas investigaciones sugieren que los primeros en iniciar la cocción de piezas en horno fueron los chinos y desde ahí se pasó el conocimiento hacia Corea y Japón por el oriente y hacia el occidente a Persia y África. En este recorrido, las técnicas se fueron modificando en torno a las diferentes arcillas de cada región.
En China, por ejemplo, para elaborar la porcelana se utilizaba una arcilla blanca muy pura: el caolín. Este material se encuentra generalmente en los bolsones que las mineras excavan en la montaña, o que ocasionalmente se produjeron por movimientos geológicos. Cuando un depósito de caolín se abre y este se desprende, empieza a rodar por las montañas. En este proceso, su pureza se contamina con otros minerales y óxidos, formando arcillas más oscuras. En Argentina, los caolines se encuentran generalmente en San Julián, un pueblo al sur de Santa Cruz. Al estar compuestos de óxido de hierro y de titanio, no son tan puros. En cambio, son amarillentos y queman color ocre en el horno eléctrico.
Si bien el desarrollo de las piezas tiene una parte intuitiva y creativa, a la hora de abordar el material es importante entender las cualidades de cada una de las pastas y sus capacidades para determinados usos: porosidad, resistencia, elasticidad y coloración. Existen diferentes tipos de barros naturales: cualquier tipo de barro cuando se seca se endurece, pero no adquiere la dureza real hasta que no se cuece, al menos, a 700 grados. Los productos cerámicos son el resultado de dos variaciones: el barro utilizado y la temperatura de cocción.

Hasta los 800 grados hablamos de terracota; a partir de esta temperatura la arcilla comienza a vitrificarse. La pasta de baja temperatura suele ser arcilla blanca y se cuece a 1020/1060 grados. A partir de los 1160/1180 grados ya estamos hablando de un gres. Si se eleva más la temperatura con una pasta a base de caolín (que no tenga arcillas secundarias como el tincar) se logra la porcelana y alcanzamos la cumbre del proceso cerámico, a una cocción de 1380/1400 grados. Si elevamos aún más la temperatura estamos en el campo de los materiales refractarios, como los ladrillos o las placas, que se cuecen a 2400 grados.
En nuestro taller, trabajamos con arcilla de gres horneada a 1200 grados. Experimentamos con la plasticidad del
material y con todas sus formas de producción. Ensayamos con el yeso, probamos otros materiales para sacarles moldes y trasladarlos a la cerámica; también utilizamos arcilla en estado líquido.
Fue un poco nuestro sesgo arquitectónico lo que siempre nos llevó a una búsqueda por lo utilitario. Así comenzamos a conectar con el mundo de la gastronomía, a diseñar objetos específicos para ciertos usos: platos hondos para curry, mostradores para tortas, platos playos grandes para compartir. Entendimos que parte de la experiencia de la comida es dónde y cómo la comemos. Así como investigamos de dónde proviene el alimento que comemos, nos parece importante saber cómo se cocinó y sobre qué lo estamos comiendo. Quién hizo ese plato, dónde y con qué materia prima.
No se trata sólo de una cuestión estética de la mesa, sino también la cuestión social que gira en torno al ritual de la comida. Cuando armamos la mesa, nuestras piezas se unen con la comida de grandes cocineros y nos gusta reconocer el trabajo artesanal de ambos universos: la cerámica y la gastronomía. De la tierra a la mesa, no sólo en el alimento, sino también en el plato en el que servimos. El plato que amasamos, moldeamos y horneamos. 🐟